Que fácil me desconcentro. Es alarmante. Ayer fui a mi estudio con la firme decisión de ponerme a escribir. Tenía una idea bastante elaborada en mi cabeza como para empezar a probarla en el papel. Subí con un café, un vaso con agua y el celular en silencio para que nada perturbara mi atención. Prendí la computadora y me metí en Youtube para poner un poco de música de fondo. Listo. La cagué. Youtube me mostró videos de personas reaccionando a canciones y costumbres argentinas y ya no pude salir de ahí. Quedé atrapado mirando las reacciones de esos youtubers extranjeros.

¿Cómo me puede pasar una cosa así? ¿Qué carajos me importa lo que opina una pareja española sobre nuestra gastronomía? ¿Por qué me interesa ver a un mexicano reaccionar cuando escucha por primera vez a Charly Garcia? ¿Qué hacía yo un martes a las cinco de la tarde emocionado al ver las lágrimas de una italiana cuando escuchaba una canción de Fito Páez?

Lo peor es que no tengo respuestas a estas preguntas. No sé por qué me pasa esto. Qué difícil se me hace entenderme por estos días. Extraño mucho a ese tipo que fui hasta hace unos años. Como diría Charly, “Me extraño a mí”. Extraño a ese tipo que podía estar toda la tarde concentrado frente al piano estudiando una partitura o leyendo un libro de Cortazar sin interrupción. Sin siquiera levantarme de la silla para ir al baño. Ahora no puedo leer dos páginas sin desconcentrarme. Leo un párrafo y me distraigo mirando los ingredientes para cocinar una tarta de manzana invertida que me aparecen en los anuncios de Instagram. ¿Qué carajos me pasa? Me desespera este hombre en el que me estoy convirtiendo. ¿Desde cuando me conmueve ver a un inglés en su habitación bailando cuarteto cordobés?  

Ultimamente, cada vez que se me ocurre una idea para escribir, tiemblo. No me animo a prender la computadora o sacar el cuaderno de notas que siempre llevo en mi morral. Porque ¿qué mala pasada me jugará mi cerebro? ¿Adonde me hará ir mi falta de atención esta vez?

Para colmo se acerca el mundial de fútbol. Así que ya sé que a partir de noviembre cualquier intento por reanudar la escritura de una nueva obra de teatro será en vano. Seguramente pasaré gran parte de mis tardes mirando por youtube a hinchas  reaccionando en sus casas ante algún gol de Argentina.

A veces me aferro a la idea de que a todo el mundo le pasa lo mismo que a mí. Este mundo virtual que nos ofrece entretenimiento constante nos ha aburguesado el cerebro de la peor manera. Ya no hay concentración para dedicarse a nada que requiera mucho esfuerzo mental. Sin embargo leo que Bill Gates quiere tapar el sol y esa noticia me desmorona el ánimo. No es que me interese la idea que se le ocurrió al creador de Microsoft. No quiero saber para qué carajos quiere tapar el sol. Lo que me hace sentir mal es comprobar que hay gente que sigue estando concentrada. Que va detrás de sus objetivos y no se deja arrastrar por esta nueva ola de dispersión moderna. Bill Gates trabaja a conciencia todos los días para dejar al planeta en oscuridad y yo me estreso si tengo que escribir dos páginas.  

Estoy muy preocupado por el futuro de mi cerebro. Siento que lo estoy jubilando antes de tiempo. Quizás tendría que ponerme consignas diarias para ejercitar mi atención. Hacer un trabajo meticuloso para que mi cerebro sepa que si estoy escribiendo, como ahora, no debe distraerse con otra cosa. Estoy escribiendo una cotidiana. No importa nada más que eso al menos durante una hora. El cerebro debe funcionar solo para ayudarme a pensar en la siguiente palabra y no llevarle el apunte al video de padel que me llega al celular. ¡Soy escritor, carajo! Mi cerebro tiene que estar concentrado en las ideas creativas y no prestarle atención a esa volea que explica el profesor aunque sea uno de los errores que más cometo cuando estoy en la red. Porque a veces suelo ir a la red demasiado pronto. Me gana la ansiedad. Me pasa lo mismo con las masitas de limón. Pongo el horno demasiado fuerte y se me terminan quemando. Y ahora que veo el pantalón que usa el profesor me hace acordar que tengo que comprar ropa deportiva. Mirá que interesante este anuncio sobre remeras térmicas… A ver qué precios tienen…