“Si uno comete un error no es
más que eso, un error. Pero en
ocasiones la suma de errores
pueden crear un estilo.”
Frase inmortalizada
Por Adolfo Saldaña
Una noche, cuando Saldaña realizaba uno de sus tantos conciertos de música clásica junto a su orquesta descubrió, por primera vez, la efectividad del error.
— Esa noche todo estaba como siempre, nosotros ejecutando la música y los espectadores durmiendo en sus butacas. Esta escena se repetía con absoluta rigurosidad y ya nos habíamos acostumbrado. Pero esa noche los ronquidos eran ensordecedores, a tal punto que se escuchaban por encima de nuestra música. Fue entonces cuando se me ocurrió empezar a tocar sobre el piano cualquier cosa. Distintas armonías y melodías que no pertenecían al concierto que estábamos interpretando, que era el concierto número dos de Chopin. Mis músicos, desesperados, hacían lo imposible por seguirme y lo único que lograban era empeorar aun más la música. Lo que emanaba del escenario era algo verdaderamente espantoso. Sin embargo, para nuestra sorpresa, la gente comenzó a despertarse. Uno a uno empezaron a incorporarse en sus butacas. Luego de un rato, mientras el desorden musical iba en aumento, todos en el salón seguían atentos y sorprendidos lo que estaban escuchando. Cuando el concierto terminó, hubo tenues aplausos y miradas entre sí de los espectadores totalmente obnubilados. A la noche siguiente pasó lo mismo, al principio todos dormían, pero después, cuando empecé a ejecutar erróneamente sobre el piano las notas del concierto número veintisiete en sib mayor de Mozart, todos despertaron. Nadie podía negar que el público, aunque espantados e incluso tapándose los oídos, prestaba atención ante estas equivocaciones.
Después de esta experiencia, sabíamos que nos encontrábamos frente a la posibilidad de crear algo novedoso y que al parecer daba resultado.
Luego de un año de preparación, Adolfo Saldaña y su orquesta se presentaron en un teatro mas grande con su flamante espectáculo llamado “Con-ciertos errores”, interpretando conciertos de Schuman, pero agregándoles su estilo errático.
El estreno se realizó ante una moderada cantidad de público y concurrieron al evento varios medios periodísticos alertados de esta particularidad.
El concierto fue un verdadero escándalo. Saldaña y sus músicos, si bien pudieron terminar de tocar todo su repertorio, tuvieron que ser evacuados por una puerta lateral del teatro, debido a la euforia de varios seguidores de la música de Schuman que querían agredirlos.
Las críticas de la prensa que habían asistido al espectáculo fueron aplastantes:
“Espantoso”, “Bochornoso” y “Calamitoso” fueron sólo algunos de los titulares que al día siguiente se despacharon contra la actuación de Adolfo y su orquesta.
Lo cierto que es que Saldaña y sus muchachos tenían contrato para tocar durante dos semanas y, si bien después de lo acontecido esa noche de estreno varios de los músicos desistieron de seguir, atemorizados por las criticas y sobre todo por su seguridad personal, Adolfo y unos pocos volvieron a la noche siguiente para tocar su repertorio.
Lo sorprendente es que había más público y también más medios de comunicación cubriendo el concierto.
— Era increíble, — rememoraba Saldaña — mientras más duras eran las críticas y cuanto más escandalosos eran los conciertos, más personas concurrían al teatro.
Finalmente el contrato por dos semanas se alargó a cuatro meses, y aunque las críticas de la prensa siguieron siendo crueles y desgarradoras, con el correr de los conciertos el público comenzó a dividirse. Estaban los que abucheaban y lanzaban toda clase de agravios sobre los músicos, pero también estaban los que seguían el espectáculo con gran interés y hasta en algunas ocasiones parecía disfrutarlos.
Ya con cierto renombre, Adolfo Saldaña y los músicos incondicionales que lo seguían, decidieron que era el momento de dejar de lado definitivamente la música clásica, para probar el resultado de su estilo errático musical con géneros mas allegados a lo popular.
Este cambio de rumbo fue sin dudas su mayor éxito. Sus funciones se realizaban en distintos lugares debido a la gran cantidad de ritmos musicales que ofrecía el espectáculo. Saldaña y su orquesta comenzaron a tocar en los bares más concurridos por la juventud, en eventos sociales, y en los innumerables festivales que se realizaban en todo el país.
Este espectáculo llamado “Géneros degenerados” llevó a Adolfo Saldaña y a su orquesta a la cima de la popularidad.
— Sin dudas el espectáculo “Géneros degenerados” fue nuestro mayor éxito. La gira duró más de cinco años y pudimos llevar nuestro estilo a los lugares más recónditos de nuestro país. Durante esos años el espectáculo fue variando, es decir, fuimos agregando nuevos ritmos musicales y sacando otros, prácticamente no dejamos ritmos sin tocar. A excepción de algunos géneros que al agregarle los errores notamos que pasaban casi desapercibidos, dejando en evidencia las falencias de algunos estilos musicales populares.
Ya a esta altura los críticos que antes destruían a Adolfo, comenzaron a aceptarlo e incluso a elogiarlo:
“Si errar es humano, se podría decir que Adolfo Saldaña y su orquesta han alcanzado un alto nivel de humanidad” (diario “La voz”)
“Adolfo Saldaña, un músico bruto pero brutal” (diario “Temprano”)
“Si hay algo verdaderamente genuino en la música de Saldaña son los errores, lo demás es prescindible” (diario “A diario”)
Ya en el final de su carrera, Adolfo Saldaña, cansado de su popularidad y de los continuos acosos de sus seguidores, decide dejar su orquesta y encomendar su música errática al servicio de Dios.
Así fue como se recluye en un convento donde se dedica a tocar solamente música gospel religiosa.
Todos los domingos, después de la misa, Adolfo tocaba para los devotos de la fe católica su espectáculo titulado: “Fe de erratas”.
El 18 de noviembre de 1998 Adolfo Saldaña, como si fuera un chiste del destino, muere a causa de ingerir erróneamente un medicamento.
Todos los años sus fanáticos más acérrimos se dirigen a la tumba de Adolfo para homenajearlo en el día después de su muerte, o sea todos los 19 de noviembre, como tributo a sus geniales errores.
Por estos días son innumerables los músicos que intentan imitarlo.
En cualquier escenario, sala de ensayo o habitación de nuestro país, se puede escuchar a miles de músicos errando las notas, en honor al gran Adolfo Saldaña, “el músico del error”.