
El viernes pasado, a las once y media de la noche, me quedé dormido y creo que por primera vez desde que convivimos me dormí antes que Flor. Generalmente no me duermo antes de las tres de la mañana. No importa que tenga que levantarme temprano. Es una costumbre nocturna que arrastro desde la secundaria. Me levanté el sábado a las diez de la mañana de muy buen humor. Cuando uno descansa las horas necesarias y duerme de corrido, al despertar el mundo parece un lugar maravilloso. Entonces, revitalizado por ese descanso, compré facturas y fui a desayunar al negocio de Flor. Cuando entré a Mística, (así se llama el local de Flor) una clienta comentaba de la tormenta que se había desatado a la madrugada. Yo no había escuchado nada pero al parecer había sido fuerte. Mucha agua, rayos y la luz cortada. Recordé que al despertarme había visto platos con velas en el baño y también en la habitación. Flor había estado un rato despierta mientras se desataba el vendaval. Cerca del mediodía prendí mi computadora para escribir…