
Hace ocho años pasé mis peores vacaciones y encima era el primer viaje que compartía con Flor y con mis suegros. No voy nombrar la isla, ni el hotel en el que nos hospedamos, porque no quiero crucificarlos por una mala experiencia personal. Para empezar, la primera equivocación fue elegir un hotel que quedaba a cuarenta minutos del centro de la isla. Si usted vive en una ciudad, sería entendible la elección. Seguramente preferiría un lugar bien apartado del ruido para poder vivir una experiencia distinta a la que está acostumbrado. Pero para nosotros, que vivimos en un pueblo de siete mil habitantes, fue como mudarse al patio de casa. Cuando llegamos al hotel, luego de un viaje agotador, la primera impresión fue muy buena. El lugar se parecía mucho a las fotos publicadas en internet. Eran casi las once de la noche y estábamos cansados y hambrientos. Mientras esperábamos que nos atendieran en la recepción, nos llamó la atención la cantidad de familias que, al igual que nosotros, esperaba para recibir la llave de la habitación. Al parecer habían…