ESTEBAN: Adelante, pasen… (Entra Ariel). Las damas primero… (A Ariel no le gusta la broma. Entra Tamara seguida de Paula.)
TAMARA: A nosotros nos preguntó hace un par de semanas si podíamos venir hoy porque este no es nuestro horario… Ah, qué lindo lugar, no lo conocíamos.
ARIEL: Un poco frío. ¿No?
PAULA: Ay, ya arranca. No es frío Ariel, es moderno.
ARIEL: ¿Esto te parece moderno?
TAMARA: (Refiriéndose al cuadro) Ay esto es un Gastón Barticevich auténtico… Ah, no… Cualquiera mandé… Me parece que acá Antonia alquila o lo comparte con otros profesionales algo así nos había dicho ¿no amor? (Se saca la campera y la cuelga en el perchero)
ESTEBAN: Sí, algo así… pero pará… ¿no éramos tres parejas?…
ARIEL: Sí, deben estar afuera… Andá a buscarlos.
ESTEBAN: (Hacia fuera) Vamos, pasen, no sean tímidos. (Entran Roberto y Andrea.) ¡Ya estamos todos los locos adentro! ¡Cierro! (Cierra la puerta)
ARIEL: Esperá que falta Antonia…
PAULA: Bueno, ya llegará… Antonia nos atiende siempre en el otro consultorio. Vamos los lunes…
TAMARA: Ah, nosotros los jueves.
PAULA: También nos pidió que viniéramos hoy porque iba a ser una sesión distinta. Lo que no sabíamos es que teníamos que compartir la sesión…
ARIEL: Cuánto misterio. (A Tamara y Esteban) ¿Ustedes saben qué tenemos que hacer?
ESTEBAN: No.
ARIEL: (A Tamara y Esteban) ¿Conocían este lugar?
TAMARA: No.
ARIEL: ¿Y ustedes?
ROBERTO: No. (A Andrea) Vos tampoco, ¿no?
ANDREA: No, a mí siempre me atiende en el otro consultorio que queda en la otra cuadra…
PAULA: (A Ariel que se está sirviendo whisky) ¡¿Qué haces, Ariel?! ¡Deja eso!
ARIEL: La secretaria nos dijo que podíamos tomar lo que quisiéramos. No me grites así, corazón…
PAULA: Bueno, perdón, pero por lo menos esperá hasta que sepamos que tenemos que hacer antes de entrar a chupar… (Ariel deja el vaso y pone cara de fastidio)
TAMARA: Hace un poco de frío, ¿no? Yo me saqué la camperita…
PAULA:(Punzante) Ponetela querida, ponetela…
ESTEBAN: (Mientras revisa una hoja sobre la mesa) En Puerto Madryn hacía mucho frío. Dicen que las ballenas usaban pasamontañas.
ARIEL: (Irónico) Ah, que noticia tan graciosa.
TAMARA: ¿Qué hay ahí amor?
ESTEBAN: Una nota de la psicóloga.
TAMARA: ¿De Antonia?
ESTEBAN: Sí. También hay unos sobres. ¿Qué hago, la leo?
TAMARA: Sí amor, lee. (Va hacia Esteban. Luego va Ariel)
ESTEBAN: (Lee la nota) Hola a todos. Antes que nada les quiero informar que no están equivocados. Cité a las tres parejas a la vez porque la sesión de hoy la van a dirigir ustedes mismos. Supongo que todos habrán oído hablar de las terapias de grupo de parejas. Y eso es lo que van a hacer esta tarde. Será sólo por hoy, y luego volverá cada pareja a su día y horario habitual. En cuanto a las reglas para hoy, tienen en la mesa sobres que deberán ir abriendo en orden numérico…
ARIEL: (Quitándole el sobre de la mano a Esteban)… Ahora, por favor, abran el sobre número uno y comiencen con la sesión. Estoy segura que este encuentro será muy beneficioso para todos. Antonia.
TAMARA: ¿Eso es todo?
ARIEL: Sí… qué boludez, ¿no?
TAMARA: Entonces tendríamos que abrir el sobre número uno…
PAULA: Pero esperen… ¿no deberíamos presentarnos antes? Porque yo no conozco a ninguno de ustedes.
ARIEL: Nadie se conoce, Paula, no escuchaste lo que leyó el pibe este… ¿cómo es tu nombre, flaco?
ESTEBAN: Esteban. Pero pueden llamarme Teby, que es más cariñoso.
ARIEL: ¿Teby?
ESTEBAN: Sí, ¿por qué no abro el primer sobre y vemos lo que dice? Así entendemos de qué va esto, ¿no? (Esteban abre el sobre número uno)
TAMARA: Sí, amor, lee.
ESTEBAN: (Leyendo) Sobre uno. Bienvenidos a la primera consigna. En esta primera etapa deberán decir cada uno su nombre y su ocupación.
PAULA: (A Ariel) ¿Qué dije yo? Que había que presentarse. Tenía razón Ariel. ¿Tenía razón o no tenía razón? ¡Tenía razón!
ARIEL: Sí mi amor, sí… (A Esteban) Seguí por favor…
ESTEBAN: Una vez que hayan terminado y cuando todos estén de acuerdo abrirán el siguiente sobre. Muy importante…
ARIEL: (A Esteban) ¿Por qué enfatizas? (Desconfiando vuelve a acercarse a Esteban)
ESTEBAN: Es que está subrayado lo de muy importante, por eso le puse un poquitito de énfasis. Sigo. (Lee) El que quiera hablar o preguntar algo, deberá ser escuchado por los demás. Detalle importante: antes de abrir el siguiente sobre, uno de ustedes tiene que tocar siempre la corneta que está sobre la mesa. (Señala la corneta)
ARIEL: (Mostrándola) Corneta…
ESTEBAN: Tómenlo como un ritual para organizarse y para indicar que un nuevo sobre va a ser leído. Por el horario no se preocupen. Se pueden quedar todo el tiempo que necesiten. Alguien de seguridad les abrirá la puerta a la salida cuando se quieran ir…
ARIEL: (Vuelve a quitarle el papel de la mano). Los hice venir un viernes por la noche para que se puedan relajar y hablar todo lo que quieran sin tener que estar pendientes del tiempo.
ESTEBAN: A mí esto ya me está gustando…
TAMARA: (Duda) Yo estoy un poco sorprendida, no me esperaba este tipo de sesión.
ARIEL: A mí hay algo que no me cierra. (Abre la puerta y se asoma al exterior. Hace el gesto de tocarse la nariz como oliendo algo raro, gesto que repetirá durante la obra) Para mí que acá hay gato encerrado…
TAMARA: ¿Por qué decís eso?
PAULA: No le hagas caso, él siempre es así. Todo le parece raro. El mundo está perfectamente organizado para arruinarle la vida.
ARIEL: (Sonriendo señala a Paula) Sí, mi mujer, sin ir más lejos…
TAMARA: ¿Pero queres decir que nosotros fuimos elegidos para algún tipo de sesión como apertura de chakras? Constelaciones familiares…
ARIEL: No, no sé, no inventes. Yo no digo nada…
PAULA: Dale, Ariel, sentate. No empieces con cosas raras.
ARIEL: Yo, lo único que quiero decir –y ojo que no tengo nada personal en contra de ustedes- pero no me gusta ventilar mis cosas con desconocidos.
ANDREA: A Roberto le pasa lo mismo.
ROBERTO: ¿Qué decís?
ANDREA: Perdoname.
PAULA: Pero acá se trata de que nos conozcamos y nos ayudemos. Si Antonia nos juntó es porque cree que esto nos va a venir bien. Tenemos que confiar.
ARIEL: No sé, yo no estoy tan seguro. (Paula pone cara de fastidio)
TAMARA ¿De qué no estás seguro? No me asustes.
PAULA: De nada está seguro. Cuando se le mete una cosa en la cabeza no lo podés sacar de ahí. ¿Saben lo que me hizo en su último cumpleaños?…
ESTEBAN: (Se acerca divertido) ¿Qué te hizo en su último cumpleaños?
ARIEL: (A Esteban) ¿Y a vos qué mierda te importa?
PAULA: Me pasé tres meses con su hermano preparando una fiesta sorpresa para su cumpleaños… No se pueden imaginar lo que nos costó. Porque como es tan desconfiado teníamos que tener mucho cuidado para que no se diera cuenta…
ARIEL: Ustedes escucharon cuando dije que no me gusta hablar de mis cosas en público, ¿no? Gracias Paula por ayudarme. (Se sirve un whisky)
PAULA: (A Ariel). De nada. (A los demás). ¿Y saben lo que pensó? Que le habíamos organizado la fiesta sorpresa porque estaba enfermo. Se pasó toda la noche preguntando: “Por favor, díganme la verdad, ¿estoy enfermo, me voy a morir?”
TAMARA: No, ¡qué dramático!
ARIEL: ¿Y cómo querías que me lo tomara? Si nadie me hace nunca un mísero regalo. Mi hermano ni siquiera me saluda por mi cumpleaños, ¿cómo no iba a desconfiar?
ESTEBAN: Pero figura te estaban haciendo una sorpresa…
ARIEL: (A Esteban) ¿Qué es lo que te pasa a vos, querido? ¿Vos qué harías si tu hermano que en la puta vida te llama por teléfono, de golpe te organiza una fiesta sorpresa? ¿Eh, “figura”, qué pensarías?
ESTEBAN: Mi hermano murió hace dos meses.
ARIEL: (Pausa). Uy discúlpame, flaco…
TAMARA: ¡Esteban!
ESTEBAN: (Dramático). No pasa nada, tranquilo…
TAMARA: ¡No seas imbécil, Esteban! Es mentira, es hijo único. (Esteban ríe con ganas)
ANDREA: ¿Era una broma?
ARIEL: Ah… Tenemos un pelotudo en el grupo.
TAMARA: Vinimos a hablar en serio, Teby.
ESTEBAN: Bueno. No te enojes. Era una broma, pido perdón compañeros de terapia…
PAULA: Bueno, ¿y si empezamos…? Está bien que sea viernes pero tampoco quiero irme de acá a la madrugada.
ESTEBAN: Sí, empiezo yo… Me llamo Esteban, aunque ya les dije que pueden llamarme Teby. Tengo treinta y ocho años y trabajo como “Comprador Personal”. Acá tienen mi tarjeta. (Reparte tarjetas salteándose a Ariel) Cualquier cosita me pegan un tubazo. No tengo horarios fijos, así que a cualquier hora me pueden encontrar… Gracias.
TAMARA: (Interrumpe a su novio) Muy bien. Yo soy Tamara…
ARIEL: Ey, ey… A mí no me diste tu tarjeta. Teby.
ESTEBAN: Perdón, es que no “TE VI”. (Ríe por su chiste y le da la tarjeta a Ariel)
TAMARA: (Molesta). Bueno, decía que yo soy Tamara. Tengo treinta y seis años, soy arquitecta y no traje tarjetas así que cualquier cosa lo llaman a Teby…
PAULA: Yo soy Paula, abogada, y no voy a decir ni muerta la edad que tengo, soy muy coqueta.
ARIEL: Yo soy Ariel, contador. Con Paula íbamos juntos al colegio… (Ríe) Y tengo cuarenta años.
PAULA: (A Ariel). Qué gracioso sos, ¿eh?
ARIEL: Es que yo no soy coqueto.
TAMARA: (A Roberto y a Andrea). ¿Y ustedes?
ROBERTO: Me llamo Roberto, tengo cuarenta y dos años y soy viajante.
ANDREA: Bueno yo… Yo soy Andrea, tengo treinta y siete años y soy maestra de jardín.
TODOS: Ahhhhh…
ANDREA: Pero hace un año que estoy de licencia.
TODOS: Ohhhhh…
PAULA Bueno, ya está, ya nos presentamos. Vamos, el siguiente sobre.
ESTEBAN: Antes hay que tocar la corneta. Yo toco. (Va hacia la corneta)
ARIEL: Si, pero esperá. No entendí bien de qué se trata tu trabajo. ¿Me contas?
ESTEBAN: Lo dice mi tarjeta, figura: Comprador Personal.
ARIEL: ¿Pero qué es lo que haces específicamente? Porque no se entiende…
ESTEBAN: (Ansioso por tocar la corneta) Va a haber tiempo para hablar sobre eso. ¿Puedo tocar?
PAULA: Sí, por favor, tocá. Y vos no interrumpas más, Ariel. Desde que llegamos estás muy hinchapelotas.
ARIEL: (Irritado) Estoy intentando conocer como es el trabajo de…
ESTEBAN: Esteban. O Teby, que es más cariñoso.
PAULA: Esteban se llama. Hacé el favor de prestar más atención.
ARIEL: Bueno, dale, tocá esa corneta y sigamos.
(Esteban toca la corneta)
ARIEL: ¿Van a ser muchos sobres? Preferiría no volver sordo a casa.
PAULA: Igual vos escuchas solo lo que te da la gana…
ESTEBAN: Perdón, ¿puedo leer? ¡Qué ganas de discutir!
TAMARA: Sí, amor, lee, dale. Y sigamos.
ESTEBAN: A ver… (Leyendo) Sobre número dos. Cada uno de ustedes ya ha tratado en sesión sus problemas. Pero la idea es que lo vuelvan a traer para la opinión de las otras parejas.
ARIEL: ¿Otra vez?
ESTEBAN: Para que la sesión sea organizada habrá consignas particulares y consignas más grupales. En este caso nos vamos a enfocar en Ariel y Paula.
ARIEL: ¿Cómo Ariel y Paula? ¿Qué es otra broma? (Le arrebata el sobre a Esteban. Leyendo). Efectivamente, dice “Ariel y Paula”. (Leyendo) Ellos van a contarles con detalle una discusión que mantuvieron por un problema de su hijo mayor…
PAULA Y ARIEL: ¡Puta madre!
ARIEL: (Sigue leyendo) Discusión que, de alguna manera, los convenció para empezar su terapia. (Le devuelve el sobre a Esteban) Bueno, a ver, lo cuento en dos minutos y pasamos a otra cosa…
ESTEBAN: Esperá, figura, que hay más… (Leyendo) Para que la sesión sea productiva, es necesario que todos cooperen con el problema del otro. (Deja de leer y lo mira)
ARIEL: ¿Ya está?
ESTEBAN: No.
ARIEL: ¿Y por qué no seguís?
ESTEBAN: (Sonríe). Estás preocupado, ¿eh? (Vuelve a leer). Recuerden tocar la corneta entre sobre y sobre. (Le hace una seña) ¡Ya!
TAMARA: (Riendo) Mi novio es siempre así.
ARIEL: ¿Y te hace gracia? (Con algo de fastidio). Bueno, lo nuestro es muy sencillo…
PAULA: ¿Dijiste “muy sencillo”?
ARIEL: Sí, mi amor. (A los demás) Nuestro hijo mayor, Astor, agarró sin permiso…
PAULA: ¿Dijo sin permiso?
ARIEL: (Se va calentando con las interrupciones de Paula). Sí, dije sin permiso. Agarró las llaves del auto para llevar a un amigo a su casa. Aparentemente, y sí mi amor, dije aparentemente, un auto cruzó un semáforo en rojo y ellos se lo llevaron por delante.
TAMARA: Ay, qué horror.
PAULA: Efectivamente un horror.
ARIEL: No, no, tampoco fue para tanto: Astor y su amigo recibieron algún golpe, pero nada más. El del otro auto sí, todavía está en el hospital, pero fuera de peligro. Nada grave.
PAULA: ¿Nada grave? Pero si está en terapia intensiva.
ARIEL: No, no, está a punto de salir de terapia intensiva…
TAMARA: Qué inconsciente es la gente. ¿Cómo pueden pasar un semáforo en rojo?
PAULA: Lo que pasa es que nadie vio el accidente y tampoco había cámaras, así que es imposible saber con seguridad quién pasó en rojo. Y de todas formas Astor es menor de edad, tiene dieciséis años…
TAMARA: Dios mío…
PAULA: Así que la culpa es suya. Bueno, en realidad nuestra. Una desgracia.
ESTEBAN: Pero hay que ver el lado positivo de las cosas, compañeros de terapia, si no pasó nada grave fue una desgracia con suerte…
ARIEL: (Irónico) Sí, no sabés lo afortunados que nos sentimos.
TAMARA: ¿Y esto hizo que ustedes discutieran?
PAULA: Sí.
ESTEBAN: ¿Y se puede saber por qué?
PAULA: Claro.
ARIEL: No.
ESTEBAN: (A Ariel) Figura, la terapia hay que hacerla bien…
ROBERTO: (A Andrea) ¿Qué te estás sirviendo?
ANDREA: Café, ¿Queres?
ROBERTO: No.
PAULA: Discutimos porque Astor dice que su papá le dio permiso para usar el auto.
ARIEL: Eso es mentira.
PAULA: Y Ariel dice que eso no es verdad.
ARIEL: No sé cuántas veces tengo que repetirlo para que me crea: ¡Yo no le di las llaves del auto! Este es uno de los problemas de nuestra pareja: yo siempre tengo la culpa de todas las cagadas que se manda Astor. Ella supuestamente le pone los límites y yo lo apaño.
PAULA: No sería la primera vez que le das el auto.
ARIEL: Yo también manejaba el auto de mis viejos cuando era menor de edad.
ROBERTO: Yo hacía lo mismo.
ARIEL: (A Paula, señalando a Roberto). ¿Ves?
PAULA: (A Ariel) ¡Pero a mí no me importa lo que hacías vos o lo que hacía él! Yo no quiero que mis hijos lo hagan. Punto.
ARIEL: Bueno, pero esta vez yo no le di permiso.
PAULA: Claro.
ARIEL: ¡No, “claro”, no! Lo juro. No tengo nada que ver con lo que pasó.
ANDREA: ¿Dónde estaban ustedes cuando Astor se llevó el auto?
PAULA: Diste en la tecla, Andrea.
ANDREA: (Tímida) Perdón…
PAULA: …Yo no estaba en casa y él, para variar, estaba mirando un partido de fútbol. Por eso estoy segura de que Astor le pidió el auto y él se lo dio, porque cuando mira fútbol está idiotizado delante del televisor.
ARIEL: Y dale…
ROBERTO: ¿Y qué castigo le pusieron? Porque se mandó linda cagadita el pibe.
PAULA: Desde el accidente no sale los fines de semana.
ESTEBAN: Guau, qué castigo más duro.
ARIEL: ¿Y qué íbamos a hacer? ¿Meterlo en un reformatorio? Además, él también lo pasó bastante mal y todavía sigue cagado en las patas… ¿O no?
PAULA: Sí, ahora pide permiso hasta para ir al baño.
TAMARA: Bueno, entonces el castigo funcionó.
PAULA: Sí, pero el tema… Tamara era tu nombre ¿no?
ROBERTO: (Anticipándose) Tamara, sí (A Tamara) Tamara ¿no?
TAMARA: Sí, Tamara.
PAULA: Pero el tema, Tamara, no es ése. El verdadero problema, y mirame Ariel porque te estoy hablando, es que no lo estamos educando como deberíamos. Y en gran parte es porque su padre no asume sus responsabilidades.
ARIEL: Si su madre estuviera más tiempo en casa…
PAULA: No empieces con esa estupidez machista, por favor te lo pido, que das vergüenza ajena.
ROBERTO: Si yo le hubiera hecho algo así a mi viejo, me daba flor de paliza. Y bien merecida la tenía.
PAULA: Qué horrible lo que decís.
ROBERTO: Puede ser, pero lamentablemente es la única forma de aprender.
PAULA: Nosotros tenemos otra manera de educar a nuestros hijos.
ROBERTO: Muy bien no les va evidentemente. (Ríe)
PAULA: (Enojada por las palabras de Roberto) ¿Ustedes tienen hijos?
ANDREA: Sí, un varón de ocho años.
PAULA: ¿Y le pegan cuando se porta mal?
ANDREA: No.
ROBERTO: No, porque no hace falta.
ANDREA: Se porta muy bien.
ROBERTO: Nuestro hijo es mansito ¿viste? Pero si fuera necesario… No dudaría en aplicarle un correctivo para que obedezca.
PAULA: Yo no estoy de acuerdo.
TAMARA: ¿Pero tu hijo hace muchas cosas como la del auto, o fue un hecho aislado?
ARIEL: Noo…
TAMARA: Porque yo leí un artículo que me pareció súper interesante en la Para Ti, que decía que a los chicos a veces…
ARIEL: (Interrumpiendo) Es re tranquilo el pendejo.
PAULA: Está indomable el pendejo.
ESTEBAN: ¿Y cómo le va en el colegio?
PAULA: ¡Justo! Que te cuente su padre lo que pasó hace tres meses…
ARIEL: (A Esteban) Vos sí que tenes puntería flaco…
PAULA: … Esa historia es el claro ejemplo de que tengo razón. Él se ríe de todas las cagadas que hace Astor…
ARIEL: Paula…
PAULA: … en vez de actuar como un padre.
ARIEL: Pará, te lo pido por favor. Contás todo como si fuera un drama. Y hay grises también… En el colegio no pasó nada grave.
PAULA: (A los demás). Perdón, ¿dijo “nada grave”?
ESTEBAN: Sí, dijo nada grave.
ARIEL: Paula no empieces otra vez con eso porque sabés que me saca de quicio… Es que no pasó nada grave. A ver, resulta que en el colegio de Astor hay una profesora que según se comenta… (Comienza a reír)
PAULA: Ariel, contalo de una vez.
ARIEL: Sí, mi amor. Bueno, en el colegio de Astor hay una profesora que, según se comenta, se relaciona con algunos hombres por dinero…
ROBERTO: Un gato.
ARIEL: Precisamente Roberto, un gato. Y resulta que Astor dibujó un gato con forma humana – porque dibuja súper bien el guacho – y le puso una cifra al costado en alusión a lo que supuestamente esta mina cobraba, nada, una estupidez…
PAULA: ¡Una falta de respeto a la profesora!
ARIEL: El dibujo no llegamos a verlo pero debe haber estado buenísimo porque Astor dibujando es un capo total…
PAULA: ¿Podes seguir contando, por favor?
ARIEL: Sí, mi amor… Bueno, conclusión: la profesora descubre el dibujo y pregunta quién lo hizo… ¡¿Pueden creer que salta el típico papanatas de la clase diciendo que lo había hecho mi hijo?! ¡¿Se puede ser tan pelotudo como para traicionar así a un compañero?!
PAULA: ¡Pero ése no es el problema!
ARIEL: ¡¿Ah, no?!
PAULA: No, a mí su amigo no me importa, lo que me importa es la falta de disciplina de Astor.
ARIEL: Son adolescentes, Paula, están en la edad de la pavada. Y te digo más: estoy seguro de que el idiota que lo traicionó, el forro ese de Gasparini, estoy seguro que también participó de la broma, que lo alentaba mientras Astor dibujaba. (Se señala el entrecejo). Acá me quedó montadito ese Gasparini.
PAULA: ¿Ven lo que digo? En vez de centrarse en lo que hizo su hijo se la agarra con el otro chico. ¡¿Qué carajo tiene que ver Gasparini?!
TAMARA: ¿Qué pasó con Astor? ¿Lo echaron de la escuela?
ARIEL: Naaa. Le pusieron unas amonestaciones… Nada más…
PAULA: ¡¡Veinte!!
ANDREA: ¿¿Veinte??
PAULA: Veinte, y además nos tuvimos que aguantar el sermón de la directora y de la profesora.
ARIEL: Sí, pero Astor también se lo aguantó y pidió perdón, además.
PAULA: Es verdad que ahí pidió perdón, sí, pero en cuanto se subieron al auto a los dos les agarró un ataque de risa.
ARIEL: Paula…
PAULA: ¿Paula, qué? A ver: ¿Les dio un ataque de risa, o no?
ARIEL: Bueno, sí, pero es que…
PAULA: (Le corta). ¿Escucharon, no?: les dio un ataque de risa. Entonces, como es normal, nuestro hijo piensa que a su papá le chupa todo un huevo así que seguirá dibujando gatos hasta que termine la secundaria…
ARIEL: Mi amor, yo me reía cuando Astor nos contó la cara que puso la profesora al ver el dibujo, nada más.
ESTEBAN: ¿Qué cara puso?
PAULA: No, Ariel, te lo digo en serio: ni se te ocurra faltarle al respeto a la profesora…
ESTEBAN: Mostranos un poquito.
PAULA: No, no quiero que lo haga… (Ariel la imita. Todos largan una carcajada) ¡¡Ariel!!
ROBERTO: (Ríe sonoramente.) ¡Es muy gracioso tu marido!…
ARIEL: Igual –no sé lo que pensarás vos Roberto – pero la profesora podría ir vestida un poquito más recatada al colegio. Son pibes de dieciséis años, tienen la testosterona a full. No podes ir vestida a clases como si fueras a bailar a un boliche.
PAULA: Ahora resulta que la culpa es de la profesora.
ARIEL: No, no digo que la culpa sea de ella…
ROBERTO: Bueno, un poco sí.
ARIEL: (Choca las manos con Roberto) ¡Un poco sí, Roberto!!
PAULA: ¿Pero cómo podes ser tan imbécil?
TAMARA: Sin insultos, por favor. Hay que hablar tranquilos.
ESTEBAN: Una pregunta importante Ariel: ¿La profesora está buena?
TAMARA: ¡Esteban, estamos hablando en serio!
ESTEBAN: Le pongo un poco de humor a la situación. Para que se relajen.
PAULA: (A Esteban) A mí esto no me hace ninguna gracia.
ARIEL: No te preocupes, Esteban, a ella nada le hace gracia.
ANDREA: (Muy tímida) Perdón, tengo una pregunta para Ariel.
ROBERTO: Andrea, podes preguntar lo que quieras, no tenes que pedir perdón cada vez que quieras hacer una pregunta.
ANDREA: Ay, sí, perdón.
ROBERTO: Ahí está, otra vez pidiendo perdón.
ANDREA: Ay, sí, perdón… Bueno, a ver… Por tu razonamiento, una mujer podría ser catalogada así por su forma de vestir, ¿no?…
ROBERTO: ¿Ésa era la pregunta?
TAMARA: Un momento Roberto que Andrea todavía no terminó.
ANDREA: Eso, un momento Roberto que Andrea todavía no terminó… A ver… ¿Qué pensarías vos si Paula un día se arregla un poco más… se pone… yo qué sé… una pollera un poco más corta o unos tacos para verse más linda… y alguien la llama gato?
PAULA: (Aplaude) ¡Muy bien! Me encantó esa pregunta, Andrea. Si tenes más preguntas como esa no te las calles, por favor. Pregunta todo lo que quieras. (Mira desafiante a Ariel). Dale, contestá.
ARIEL: A ver, a ver, no saquen conclusiones que no son. Yo lo único que dije fue que por cómo va vestida al colegio, y ojo, por lo que se dice de ella en el barrio, es muy probable que los pibes puedan llegar, en algún momento, no lo sé, a pensar en bromear sobre un tema delicado. Nada más.
PAULA: Por más vueltas que le des, estás juzgando a una persona por su forma de vestir y por los comentarios de la gente. Comentarios totalmente machistas, además.
ARIEL: Paula, por favor, si sabemos que a esa mina se la comió la mitad del barrio.
PAULA: ¡Ay no digas así!
ESTEBAN: Siempre me pasa lo mismo, ¡cada vez que alguien dice que a una mina se la comió la mitad del barrio, yo alquilo en la otra mitad! (Ríe de su propio chiste)
ARIEL: Yo lo único que digo es que prefiero que mi hijo tenga algunos problemas de disciplina y no que sea un forro alcahuete como ese pendejo de Gasparini. (Se señala el entrecejo) Que acá lo tengo montadito…
PAULA: (Le da un sacudón a Andrea) ¡Pero esa no es la cuestión!!
TAMARA: (A Paula) Por favor, no grites…
ARIEL: No me grites Paula.
PAULA: Sí, perdón… Perdón Andrea…
ANDREA: No no, perdona vos…
PAULA: ¡A mí no me importa lo que haga Gasparini! Lo que me importa es que Astor no haga lo que le dé la gana. Y que vos no lo apañes en todo lo que hace.
ARIEL: ¿En algún momento me escucharon decir a mí que lo que había hecho Astor estaba bien?
PAULA: Ariel, con Astor te comportas como un amigo y no como su padre.
ARIEL: ¿Y qué tiene de malo que quiera ser amigo de mi hijo?
PAULA: (Vuelve a darle un sacudón a Andrea) ¡¿Pero cómo que tiene de malo?! ¡Que Astor ya tiene amigos, lo que necesita es un padre!
ARIEL: ¿Y no puedo ser las dos cosas? (A Tamara) ¿Es un disparate lo que estoy diciendo? ¿No es lindo querer ser amigo de tu hijo?
TAMARA: No lo sé. Nosotros no tenemos hijos todavía. Y por lo que estamos escuchando me parece que lo vamos a dejar para…
PAULA: (Interrumpe a Tamara) A mí lo que piensen los demás me importa cero, querida. (A Ariel) Somos nosotros, Ariel mirame porque te estoy hablando… ¡Mirame porque te estoy hablando!! (Ariel la mira sobrador) Somos nosotros los que nos tenemos que poner de acuerdo en cómo criar a nuestros hijos.
ROBERTO: Y deberían apurarse porque si ya tiene dieciséis… (Ríe sonoramente de su propio chiste)
TAMARA: ¿Ustedes tiene más hijos además de Astor?
PAULA: Sí, Benjamín, de nueve.
ESTEBAN: (Bromeando) ¿Y qué tal maneja ese?
TAMARA: ¡Esteban, por favor!
ARIEL: (A Tamara). ¿Tu novio siempre es así de pelotudo?
PAULA: (A Esteban) No sos gracioso, querido…Benjamín no es como Astor. Es más callado, tímido. Le cuesta hacer amigos.
ANDREA: Mirá, como Robertito.
TAMARA: ¿Quién es Robertito?
ANDREA: Nuestro hijo.
ROBERTO: También es muy tímido. Muy pegado a la madre, sobre todo.
ESTEBAN: ¿Le pusieron Robertito?
ROBERTO: Sí, Teby, es una tradición familiar. Mi padre Roberto, mi abuelo Roberto, hasta mi bisabuelo se llamaba Roberto. Nosotros le pusimos Robertito para innovar un poco.
PAULA: (Irónica) Ah, sí… Muy innovador.
ARIEL: Yo con Benjamín sí que estoy preocupado. Porque es demasiado bueno. Y eso le trae problemas. Los chicos son terribles cuando ven a alguien indefenso. Lo maltratan todo el tiempo porque saben que no se va a defender.
ROBERTO: (A Ariel) Es verdad. Eso es así…
PAULA: En el colegio hay un chico que le pega.
TAMARA: (Preocupada). No…
PAULA: Sí. Es una situación difícil.
TAMARA: ¿Y no hicieron nada?
PAULA: Es que no sabemos ya qué hacer. Estoy harta de ir a hablar con el director del colegio para que haga algo, pero no hay caso.
TAMARA: ¿Pero y por qué no van a hablar con el padre?
PAULA: Es lo que le vengo diciendo desde hace semanas, que vaya él a hablar con el padre del salvaje ese…
ARIEL: Y ya te dije que lo voy a hacer.
PAULA: Si no es mucho pedir, que sea dentro de este siglo.
ANDREA: ¿Y por qué no vas vos, Paula, a hablar con los padres del chico?
ARIEL: (Aplaude aparatosamente. Imitando a Paula). ¡Muy bien! Me encantó esa pregunta, Andrea. Si tenes más preguntas como esa no te las calles, por favor. Pregunta todo lo que quieras. (Mira a Paula). Dale, contestá.
ANDREA: (A Paula) Perdón.
PAULA: Sí, tenes razón, podría ir yo.
ARIEL: ¡¿Y entonces por qué no vas vos y me dejas de hinchar siempre las pelotas a mí?!
PAULA: ¡Porque yo ya fui a hablar con el director, y me gustaría que te hagas cargo de algo vos también!!
ROBERTO: A ver, a mí me gustaría comentar algo que nos pasó a nosotros… (Pausa. Todos miran a Roberto, que se pone incomodo ante el silencio) Porque de eso se trata, ¿no? De ir compartiendo cosas personales…
(Pausa)
TODOS: Claro, claro… Sí… Por supuesto…
ROBERTO: Ah, bueno… Nosotros el año pasado tuvimos el mismo problema con Robertito. Un día voy a buscar a mi hijo al colegio y veo que sale llorando. Le pregunto qué te paso hijito: y él me dice “Quique me pegó, papá”.
ANDREA: Qui-que.
TAMARA: No, que terrible. ¿Pero qué está pasando hoy en la escuela?
ROBERTO: Entonces dejé a Robertito con Andrea. Y me fui directo a la casa del tal Quique.
PAULA: (A Ariel) ¿Ves? Los padres van a la casa de los chicos que le pegan a sus hijos.
ROBERTO: Efectivamente, Ariel, son cosas que nos corresponden a los padres.
ARIEL: Ya dije que voy a ir.
ROBERTO: Bueno. La cosa es que llego a la casa del tal Quique, toco el timbre, sale el padre y le cuento lo que había pasado. Y automáticamente el tipo me dice: “No, no, esto son cosas de chicos, las tienen que arreglar entre ellos…Yo en esas cosas no me meto…”
PAULA: Qué vergüenza.
TAMARA: Un impresentable.
ROBERTO: Eso es, Tamara, un impresentable… Un violento pasivo ¿viste? Pero, bueno, me callé y me fui porque no quería problemas. Al día siguiente voy a buscar a mi hijo al colegio y de nuevo aparece llorando. Le digo “¿qué te pasó hijito? Y me dice “Quique me pegó otra vez, papi”. El papi ese me mató, te juro… Agarré a Robertito, lo subí al coche y encaré para la casa de Quique… Iba tan acelerado que ni siquiera me di cuenta de que no le había puesto el cinturón de seguridad, pero bueno… llegamos y le dije a mi hijo: “Vení Robertito, acompañame”. Estaba muy asustado pobrecito… Es muy sensible. Muy parecido a mí salió el mocoso ¿viste?…
ARIEL: Criaturita.
ROBERTO: Lo alcé en brazos. Llegamos a la puerta. Y le dije “mi amor, ayudame, tocá el timbre” Como un juego…
PAULA: Claro, claro…
ROBERTO: Recuerdo que le temblaba el dedito… Entonces Robertito toca el timbre. El padre sale y sin decirle ni una palabra le pegué una trompada, le rompí el tabique. Y listo. Fin del problema.
(Pausa)
PAULA: El diálogo no es tu fuerte, ¿no?
ROBERTO: Puede ser, pero a Robertito no lo molestaron nunca más.
PAULA: Si, pero no somos animales. Arreglar las cosas rompiendo tabiques no es la forma.
ROBERTO: Si vos preferís que tu hijo vuelva a tu casa llorando…
PAULA: No, no prefiero eso, pero no me voy a agarrar a trompadas cada vez que tenga problemas en la escuela. Andrea, ¿a vos te parece bien lo que hizo tu marido?
ANDREA: No sé… Hubiese preferido no llegar hasta ese extremo…
ROBERTO: ¿Dio resultado, sí o no?
ANDREA: La verdad es que sí.
ROBERTO: ¿Y entonces?
PAULA: Yo no estoy de acuerdo…
ARIEL: No es una mala idea, Paula.
PAULA: ¡¿Qué decís?!
ARIEL: Mirá, voy a ir a hablar con el padre del chico que le pega a Benjamín, y si no me hace caso ahí nomás le pego una trompada. (Gesto de pegarle)
PAULA: ¡No, vos no vas a hacer nada! Nosotros no arreglamos las cosas de esa manera.
ARIEL: Perfecto. No hago nada. Después no me rompas las pelotas con que no me hago cargo de mi rol de padre. Listo. Pasamos a otro sobre… (Va hacia los sobres)
TAMARA: No, Ariel, tienen que solucionarlo antes de pasar de sobre. Intenten hablar bien. Con educación, sin levantar la voz.
ESTEBAN: ¿Y por qué no vas paso a paso? Andá a hablar con el padre de ese chico. A lo mejor es un tipo razonable y no tenés necesidad de agarrarte a trompadas…
PAULA: Es lo que a mí me gustaría.
ARIEL: Muy bien, yo voy a ir a hablar con el padre de ese chico. ¿Pero qué hacemos si es un animal como el que le tocó a Roberto?
PAULA: ¡Pero te estás adelantando Arieeel!!
ARIEL: ¡Pero qué hacemos paulaaa!!
ESTEBAN: Insisto Arielito, paso a paso.
TAMARA: Me parece que estas buscando confrontar con tu mujer todo el tiempo.
ARIEL: ¡No! Yo lo único que quiero demostrar es que a mi mujer no le cae bien nada de lo que yo hago. Siempre tiene un pero. Si no me hago cargo, se enoja porque no me hago cargo; si me hago cargo y soluciono el problema, tampoco va a estar de acuerdo por cómo lo solucioné.
ROBERTO: Es decir que no hay poronga que le venga bien.
ANDREA: Roberto, por favor… (Al resto) Perdón…
ROBERTO: ¿Qué? Estoy aclarando lo que quiso decir Ariel.
PAULA: Quedó claro lo que dijo mi marido. No hace falta que seas tan grosero.
ESTEBAN: Yo no lo entendí. ¿Me lo pueden explicar?
ARIEL: Mi mujer quiere que yo haga las cosas a su manera y no como a mí me salen. (A Paula). Y así no vamos a llegar muy lejos.
PAULA: Yo no quiero que hagas las cosas a mi manera. Lo único que digo es que no me gusta que haya violencia. Punto.
TAMARA: Estoy de acuerdo con Paula. Roberto, la violencia solo genera más violencia.
ESTEBAN: Por eso: paso a paso…
ARIEL: (Furioso) ¡¿Cortala con esa mierda del paso a paso?!
PAULA: Ariel…
ARIEL: ¡Es que no dejó de decir pelotudeces desde que llegamos!
ESTEBAN: Te juro que ahora estaba hablando en serio.
ANDREA: Perdón… (Todos miran a Andrea) ¿Por qué no van los dos juntos a hablar con el padre de ese chico?
(Silencio.)
ESTEBAN: (Aplaude aparatosamente). ¡Muy bien Andrea! Si tenes más preguntas como esa no te las calles, por favor. Pregunta todo lo que quieras… ¿Vos qué opinas Roberto?
ROBERTO: A mí no me tienen que consultar. Son ellos lo que tienen que decidir. Yo en su momento tuve un problema, lo solucioné y no tengo ningún remordimiento por lo que hice. Yo comparto mi experiencia con ustedes, nada más…
ARIEL: A ver, para ir terminando con esto porque si no vamos a estar hablando de lo mismo toda la noche…
PAULA: Toda la noche no, toda la vida…
ARIEL: Por eso… A ver qué te parece esto… Como para ella es muy importante…
PAULA: ¿Para mí es importante?
ARIEL: ¿No es importante para vos?
PAULA: Es importante para la familia.
ARIEL: Bueno, como para la familia es importante yo me comprometo a ir a hablar con el padre de este chico…
PAULA: A hablar, y no pelear.
ARIEL: A hablar, y no pelear, con el padre del chico esta semana…
TAMARA: ¡Muy bien Ariel!
PAULA: ¡¿Esta semana?! Pero si hoy es viernes. ¿Qué pensas ir, a las tres de la mañana a golpearle la puerta?
ARIEL: Bueno, la semana que viene…
PAULA: ¿La semana que viene cuándo?
ARIEL: (Exasperado) ¡No sé! ¡¿El miércoles te parece bien?!
PAULA: Prefiero el lunes.
ARIEL: ¡¿El lunes queres?! Bueno, (Podrido) ¡El lunes me comprometo a ir a hablar con el padre de ese chico!!!
PAULA: ¿Y si no funciona?
ARIEL: Y si no funciona, mi amor (La besa en la mejilla) entre los dos buscamos otra solución.
ESTEBAN: ¿Qué te parece Paula?
PAULA: Me parece bien. Quedamos así. (A Ariel) Pero vas el lunes, ¿eh, Ariel?
ARIEL: Sí, el lunes. ¿Podemos pasar a otro sobre y dejar de hablar de mis hijos de una buena vez? Gracias.
ROBERTO: Agilicemos un poco…
PAULA: Quedamos así Ariel, el Lunes.
ARIEL: Síííí, mi amor… El lunes… (Esteban hace sonar la corneta. Ariel abre el sobre número tres. Leyendo). Sobre tres. Hace tres años que Esteban y Tamara son novios. Esteban cree, desde hace ya un tiempo, que es momento de convivir. Sin embargo, Tamara no está convencida. (Deja de leer. Irónico) Uy qué interesante esto… (Sigue leyendo).En los próximos minutos de la sesión hablaremos del porqué de la negativa de Tamara. (Deja de leer. Irónico) Pero Tamara, no puedo entender que no quieras pasar cada segundo de tu vida con teby. (Roberto ríe compinche con Ariel)
TAMARA: (A Ariel) ¿Qué te pasa?
ARIEL: (Leyendo) Esto es algo que, evidentemente, está afectando a la pareja. (Deja de leer) Todo esto según Antonia, claro.
PAULA: Ariel, ¿podes limitarte a leer sin opinar?
ESTEBAN: Gracias Paula.
ARIEL: Sí, mi amor… (Leyendo) Sería importante que tanto Esteban como Tamara cuenten sus… ¿sensaciones? Dios mío… sobre el momento que están viviendo. (Deja de leer). Esto es una boludez. Sigan así, no se casen, no tengan hijos y van a ser muy felices. Ya está, solucionado. Pasemos al siguiente sobre. La corneta, Esteban…