page-header

Blog

de Matías Del Federico

Un día más en la vida

Cinco de la tarde de un jueves de otoño. Dejo de escribir y le pregunto a Flor si quiere facturas. Nuestro hijo duerme y es un buen momento para merendar. A la tardecita tengo partido de padel. A la noche ensayo de una obra de teatro. Es tan solo un día más en la vida. Cuando estoy por salir de casa me suena el teléfono. Es una llamada de Patricia, la mujer de mi hermano. Sonrío antes de atender. Pienso que es mi sobrino Salvador que suele llamarme desde el teléfono de su mamá para invitarme a cenar. Pero cuando atiendo la que habla es Patricia. —Juan Cruz tuvo un accidente. ¿Podes venir al hospital? Lo van a trasladar en helicóptero a Rosario. Estoy acostumbrado a escribir sobre situaciones como éstas. Es un recurso que suelo utilizar en mis escrituras. Una escena cotidiana, con conflictos costumbristas que en un momento pega un giro sorpresivo y desconcierta a los personajes. Me parece increíble que me esté pasando una escena así en mi vida real. Pero ahí estoy. Con el teléfono en…

Me extraño a mí

Que fácil me desconcentro. Es alarmante. Ayer fui a mi estudio con la firme decisión de ponerme a escribir. Tenía una idea bastante elaborada en mi cabeza como para empezar a probarla en el papel. Subí con un café, un vaso con agua y el celular en silencio para que nada perturbara mi atención. Prendí la computadora y me metí en Youtube para poner un poco de música de fondo. Listo. La cagué. Youtube me mostró videos de personas reaccionando a canciones y costumbres argentinas y ya no pude salir de ahí. Quedé atrapado mirando las reacciones de esos youtubers extranjeros. ¿Cómo me puede pasar una cosa así? ¿Qué carajos me importa lo que opina una pareja española sobre nuestra gastronomía? ¿Por qué me interesa ver a un mexicano reaccionar cuando escucha por primera vez a Charly Garcia? ¿Qué hacía yo un martes a las cinco de la tarde emocionado al ver las lágrimas de una italiana cuando escuchaba una canción de Fito Páez? Lo peor es que no tengo respuestas a estas preguntas. No sé por qué me pasa…

Rayos y centellas

El viernes pasado, a las once y media de la noche, me quedé dormido y creo que por primera vez desde que convivimos me dormí antes que Flor. Generalmente no me duermo antes de las tres de la mañana. No importa que tenga que levantarme temprano. Es una costumbre nocturna que arrastro desde la secundaria. Me levanté el sábado a las diez de la mañana de muy buen humor. Cuando uno descansa las horas necesarias y duerme de corrido, al despertar el mundo parece un lugar maravilloso. Entonces, revitalizado por ese descanso, compré facturas y fui a desayunar al negocio de Flor. Cuando entré a Mística, (así se llama el local de Flor) una clienta comentaba de la tormenta que se había desatado a la madrugada. Yo no había escuchado nada pero al parecer había sido fuerte. Mucha agua, rayos y la luz cortada. Recordé que al despertarme había visto platos con velas en el baño y también en la habitación. Flor había estado un rato despierta mientras se desataba el vendaval. Cerca del mediodía prendí mi computadora para escribir…

Mentir bien

Que mal mienten los políticos. Quizás sea porque me estoy haciendo grande y empiezo a idealizar el pasado, pero creo que antes los políticos sabían mentir mejor. Uno ve el video de un ex Presidente hablando al pedo sobre la estratosfera en una escuela de Tartagal y el tipo tiene una actitud convencida. Es verdad que le estaba mintiendo a chicos de cinco años, pero hay que reconocerle que seguramente por dentro sabía que se estaba yendo al pasto con el discurso y sin embargo no se le movían ni los pelos de las patillas. En cambio los políticos de ahora son muy malos actores y eso me enoja. Porque no pretendo que sean sinceros. No soy tan ingenuo. Se muy bien lo que duraría un político si se lo ocurre decir verdades. Lo único que espero es que al menos sepan mentir bien. Porque todos mentimos. Por más que todavía hay personas que insisten con eso de que no soportan las mentiras, ellos también mienten. Mentir es lo que más hacemos en nuestras vidas. Incluso más que comer. ¿Cuántas…

Temporada  de alegorias políticas

Estamos en época de campaña electoral. Por lo tanto, arranca la insoportable temporada de alegorías políticas. A partir de este momento, políticos y periodistas comenzaran a explicar la realidad del país con cuentitos y metáforas insoportables. Seguramente arrancaran con que el país es una casa. Siempre hay alguien que utiliza la metáfora obvia de La Casa. El presidente, padre de familia, tendrá que estar atento a los temporales que azotaran nuestra vivienda en estos años que vendrán. Aunque nosotros, la familia argentina, también tendremos que poner mucho esfuerzo para sostener la casa que, nos aclaran, más que una casa es una pequeña choza sin cimientos. ¿Y saben por qué nuestra casa no tiene cimientos y es endeble? Porque durante décadas sarasa y etcéteras…  Pero mientras nos dejaron ahí, adentro de la choza, y creemos que nos seguirán machacando conque en la próxima elección tendremos que elegir si seguimos pintando las paredes o nos hacemos cargo del problema de fondo que es la humedad, de repente un político que pretende ser más original que el resto, nos saca de la choza…